Más allá
FÓSFORO SEQUERA
Vytas, Monk y Maelo…tremendo trío!
En estos menesteres de la música han existido verdaderos genios, visionarios, seres humanos con una capacidad inusual para ver más allá de donde cualquier otro ser pueda hacerlo. Son esos, privilegiados, poderosos, inmortales, los que se dan el lujo de indicar hacia dónde se trazarán las nuevas rutas, aquellos que proponen un propio y único lenguaje, aquellos que escriben su propio manual de instrucciones, irreverentes, osados, creadores, humanos. De esos tenemos muchos casos, incomprendidos unos, luego aclamados cuando su presencia física ya no puede ser posible, aunque la inmortalidad los haya marcado.
Thelonious Monk, grande, irrepetible, maestro del tiempo, siempre estuvo a la vanguardia en eso de ser incomprendido. Su música reflejaba un misterio casi imposible de descifrar, un enigma como el de las pirámides de Egipto, un ser que tuvo el suficiente coraje como para imponer sus misteriosas e introspectivas reglas, para sentirse amo y señor del tiempo y la métrica musical, jugando con ella, estirándola o acortándola. Hoy día, homenajes van y vienen, se le hacen tributos y sus composiciones son revisadas una y otra vez reconociendo todo el talento del compositor de Bye-ya.
Puero Rico, isla del encanto, como reza la canción de la Orquesta Broadway, tuvo a otro miembro del club, ciudadano de la calle calma, sonero mayor, Maelo, Ismael Rivera. Cadencioso, amo y señor de la clave, Maelo también sufrió los embates de la incomprensión -¿Recuerda alguno el Incomprendido? – usual en quienes siempre tienen algo importante que decir. Al pasar de los años, su mensaje y su código tomaron su propio sitio, su trono inmortal, dándole al caribe y al mundo un mensaje lleno de caña y tambor, demostrando que el título heredado de Miguelito Cuní y el Beny Moré no era de gratis. Maelo siempre fue más allá del canto, con su voz curtida en calles y esquinas, con el lenguaje que cualquiera de nosotros se vacila en el metro o en la acera, mostrando cuán lejos puede llegar un cantor popular, a la inmortalidad.
En nuestro país, el asunto tendría que ver más con las fusiones del rock y la música venezolana que con algún tratado filosófico. Un nativo de Alemania, específicamente de Tubingen, se atrevió a romper esquemas y reunió dentro de un mismo potrero al arpa, al cuatro, los teclados, guitarras eléctricas y la batería para hacer uno de los proyectos más interesantes que nuestra música popular haya conocido, una ofrenda. Así, Vytas Brenner, más venezolano que muchos, genio indiscutible, tenía detractores que lo señalaban de loco y vainas por el estilo, mientras otros seguíamos – y lo seguimos haciendo – el camino que nos trazaron sus composiciones cargadas de mastranto y concreto, originales, nuestras, duras. Hoy día, la Princesa corre libremente, Frailejón en mano, para ir a Morrocoy antes de pasar por San Agustín.
Los grandes genios de la música popular no conocen trucos ni engaños, colocan por delante la honestidad, lo espontáneo, el sentimiento del músico, la expresividad, incluso el virtuosismo cabe dentro de toda esta expresión, sin estar pendientes de listados de mérito, camisas de color oscuro o mariqueras de ese tipo. Pero, más allá de todo eso, prevalece la visión amplia, la creatividad, el talento, la osadía. Por eso, estár en ese selecto grupo resulta un privilegio, donde siempre se procura romper las barreras del hecho musical, recorriendo caminos a punta de sextante y acordes de séptima, tripeando con las notas que salen de un piano o los golpes a la batería, buscando, indagando, descubriendo, viviendo.
En fin, en esto de las artes sonoras, y creo que en cualquier otra manifestación artística, ir más allá es un privilegio, un deber y un honor reservado para quienes nacen con el aura que solo poseen pocos, así como Maelo, como Vytas, como Monk, inmortales, más allá de todo, más allá.
Con mucho Aché.
Vytas, Monk y Maelo…tremendo trío!
En estos menesteres de la música han existido verdaderos genios, visionarios, seres humanos con una capacidad inusual para ver más allá de donde cualquier otro ser pueda hacerlo. Son esos, privilegiados, poderosos, inmortales, los que se dan el lujo de indicar hacia dónde se trazarán las nuevas rutas, aquellos que proponen un propio y único lenguaje, aquellos que escriben su propio manual de instrucciones, irreverentes, osados, creadores, humanos. De esos tenemos muchos casos, incomprendidos unos, luego aclamados cuando su presencia física ya no puede ser posible, aunque la inmortalidad los haya marcado.
Thelonious Monk, grande, irrepetible, maestro del tiempo, siempre estuvo a la vanguardia en eso de ser incomprendido. Su música reflejaba un misterio casi imposible de descifrar, un enigma como el de las pirámides de Egipto, un ser que tuvo el suficiente coraje como para imponer sus misteriosas e introspectivas reglas, para sentirse amo y señor del tiempo y la métrica musical, jugando con ella, estirándola o acortándola. Hoy día, homenajes van y vienen, se le hacen tributos y sus composiciones son revisadas una y otra vez reconociendo todo el talento del compositor de Bye-ya.
Puero Rico, isla del encanto, como reza la canción de la Orquesta Broadway, tuvo a otro miembro del club, ciudadano de la calle calma, sonero mayor, Maelo, Ismael Rivera. Cadencioso, amo y señor de la clave, Maelo también sufrió los embates de la incomprensión -¿Recuerda alguno el Incomprendido? – usual en quienes siempre tienen algo importante que decir. Al pasar de los años, su mensaje y su código tomaron su propio sitio, su trono inmortal, dándole al caribe y al mundo un mensaje lleno de caña y tambor, demostrando que el título heredado de Miguelito Cuní y el Beny Moré no era de gratis. Maelo siempre fue más allá del canto, con su voz curtida en calles y esquinas, con el lenguaje que cualquiera de nosotros se vacila en el metro o en la acera, mostrando cuán lejos puede llegar un cantor popular, a la inmortalidad.
En nuestro país, el asunto tendría que ver más con las fusiones del rock y la música venezolana que con algún tratado filosófico. Un nativo de Alemania, específicamente de Tubingen, se atrevió a romper esquemas y reunió dentro de un mismo potrero al arpa, al cuatro, los teclados, guitarras eléctricas y la batería para hacer uno de los proyectos más interesantes que nuestra música popular haya conocido, una ofrenda. Así, Vytas Brenner, más venezolano que muchos, genio indiscutible, tenía detractores que lo señalaban de loco y vainas por el estilo, mientras otros seguíamos – y lo seguimos haciendo – el camino que nos trazaron sus composiciones cargadas de mastranto y concreto, originales, nuestras, duras. Hoy día, la Princesa corre libremente, Frailejón en mano, para ir a Morrocoy antes de pasar por San Agustín.
Los grandes genios de la música popular no conocen trucos ni engaños, colocan por delante la honestidad, lo espontáneo, el sentimiento del músico, la expresividad, incluso el virtuosismo cabe dentro de toda esta expresión, sin estar pendientes de listados de mérito, camisas de color oscuro o mariqueras de ese tipo. Pero, más allá de todo eso, prevalece la visión amplia, la creatividad, el talento, la osadía. Por eso, estár en ese selecto grupo resulta un privilegio, donde siempre se procura romper las barreras del hecho musical, recorriendo caminos a punta de sextante y acordes de séptima, tripeando con las notas que salen de un piano o los golpes a la batería, buscando, indagando, descubriendo, viviendo.
En fin, en esto de las artes sonoras, y creo que en cualquier otra manifestación artística, ir más allá es un privilegio, un deber y un honor reservado para quienes nacen con el aura que solo poseen pocos, así como Maelo, como Vytas, como Monk, inmortales, más allá de todo, más allá.
Con mucho Aché.
1 Comments:
¡Y los que faltan en acompañar a ese trio!.
En el caso del maestro Vytas Brenner y todas sus ofrendas, creo que estamos en un momento por demás interesante para hacer una gran revisión de su trabajo. A lo mejor lo "Neo-descubren" y lo lanzan a cumplir legalismos en la radio.
Definitivamente no es nada fácil eso de ser de los primeros en fumarse unas lumpias a ver que sale, equivalente a consultar el Oráculo de los Hermanos Chang.
Salud
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